CATASTROFE - INCIDE
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26 Nov CATASTROFE

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Mirando una fotografía de la Ciudad de México del año de 1963 la imagen central tiene como plano central a tres paisanos llevando un grupo de guajolotes hacía donde seguramente serían vendidos; en ella aparece un “”, aquellos armazones en “V” invertida para exhibir diarios y revistas. En esa fotografía se leen 4 periódicos donde sus encabezados tienen las siguientes frases “Catástrofe”, “Pide la unidad del hemisferio” “Señala Johnson la unidad de América Latina” y “Seremos menos pobres en 1964”; acotando, Lyndon B Johnson fue el trigésimo sexto presidente de los Estados Unidos de 1963 a 1969 y sucedió al presidente Kennedy a su asesinato. Poco relevante es identificar en esa imagen la fecha exacta, sino que aunque haya transcurrido tiempo y los entornos, las prioridades parecen continuar siendo exactamente las mismas.

A casi 60 años de esos titulares sorprende lo poco que las necesidades humanas han cambiado aunque los bienes materiales y recursos de los que disponemos se han potenciado tecnológicamente, pero la ocurrencia de los eventos dañosos catastróficos sigue siendo una constante y, políticamente, se sigue persiguiendo la misma resultante: Unidad y mejor condición económica y social, así que podríamos sustituir a los actores de esa foto así como el año y podríamos leer algo como “Pide Biden mayor unidad mundial” y “Seremos menos pobres en 2023”, pero una constante seguiría estando presente y sería “Catástofe” a 8 columnas.

Los siniestros han sido una constante a la actividad humana y, de antes de que existiéramos. Los daños catastróficos son compañeros indisolubles de la congregación humana puesto que la simple interacción de las personas, pero especialmente su congregación en torno a espacios físicos, crea nuevos peligros que se acrecientan cuanto más grande sea el espacio que ocupamos y, por supuesto, debido a que no tenemos control total del medio ambiente por lo que quedaremos sujetos a la concurrencia de factores de peligro naturales, conocidos pero también desdeñados porque nos instalamos en lugares donde los fenómenos alteradores que son propios de la naturaleza, se actualizarán en algún momento, como es el caso de las inundaciones o los temblores. Sin embargo, las ventajas de ser y obrar como entidades gregarias a largo plazo, parecieran justificar y, por consecuencia, alientan potenciar la congregación humana y, con ello, la acentuación de los peligros.

Volviendo a los titulares de los periódicos que imploran por unidad local o mundial, es conocido que  los entornos económicos y sociopolíticos han mutado y caído la cortina de hierro y las economías llamadas comunistas prácticamente desaparecieron, pero subsiste la polarización entre las naciones ejes poniéndonos siempre en la inmediatez y cercanía de conflictos y guerras cada vez más peligrosas y dañinas que las podían ocurrir hace 60 años. Económicamente hemos transitado ante escenarios basados en modelos de producción y de comercio diferentes entre sí, poco comparables en su esencia, pero que enfrentan peligros comunes ante los daños y las catástrofes; al día de hoy esa confrontación parece que la va ganando el sistema de libre economía, puesto que a la vez que permite e impulsa el desarrollo de las capacidades individuales y grupales, también permite que la sociedad organizada por sí misma busque y promueva mecanismos de participación social que enfrenten mejor la incertidumbre, antes que tolerar pasivamente la inminencia y ocurrencia de las catástrofes.

Que la sociedad se organice activamente no sugiere que económicamente lo haga de manera aislada o sujeta a arbitrios de oportunidad política, aunque no se puede descartar que esto sea un impulsor de conveniencia para quien detente el poder, pero que, correctamente administrado instale y administre fondos de contingencia, políticas y regulaciones de buen seguimiento a la obra civil, que instaure técnicas constructivas no solo de buen seguimiento sino indispensables para atenuar los daños probables ante escenarios concretos y ciertos, además de favorecer la intervención de capitales privados en la administración de los peligros, en la forma de Seguros, Mutualidades y Fondos de Aseguramiento, regulándolos e incentivando su buena gestión mediante normas y criterios técnicos, con soportes cuantitativos y cualitativos que promuevan la calidad de sus servicios, de la correcta atención de los adherentes y de la existencia de productos de coberturas que no sean tan asimétricos en las relaciones entre los gestores del riesgo y quienes se encuentran expuestos a ellos y que mediante una prima o cuota se unen a otras personas y entidades que detentan los mismos peligros. La base del seguro privado es esta precisamente, distribuir riesgos y sus consecuencias entre quienes comparten características similares de exposición y, debidamente regulado, atenúan las consecuencias individuales y socialmente reducen el impacto de la ocurrencia, que si no existiesen.

Lamentablemente, cuando hablamos de eventos dañosos nos imaginamos incendios, explosiones, erupciones volcánicas u otros peligros de gran impacto que, por más comunes, están más racionalizados, pero igual podríamos hablar de impacto de meteoritos o fulguraciones solares y soslayamos otros peligros como las enfermedades, incluso pandémicas. De ahí la relevancia que acciones como las logradas por el Consejo Incide en su esfuerzo y logro para elevar a derecho salvaguardado de acceso a la salud y, en especial la del hombre logrando impulso legal para designar todo un mes a la promoción de la salud masculina en ámbitos propios como la sexual y reproductiva, concientización de las enfermedades sexuales y de prevención del cáncer de próstata, tradicionalmente impulsada en las mujeres, pero disminuida en los hombres. Que se renueven en ciudades aparentemente menores en población (como Hermosillo) el impulso de prevención y atención en aspectos como la salud y en condiciones de equidad, es otro criterio de eventos que sin lugar a duda en quien lo padece se torna catastrófico y, socialmente en su conjunto, no puede ser despreciable una incidencia de 10 de cada 100 mil hombres las nuevas detecciones de cáncer de próstata cada año, como estadísticamente ocurre en hombres en nuestro país.

Las catástrofes no podemos evitarlas, pero si moderar su impacto y, aunque algunos habrán de sufrir el siniestro, los gobiernos económicamente libres al permitir que coexistan sus programas con otros de naturaleza privada en apoyo a la salud, en ayuda social y de participación ciudadana, disminuyen enormemente el impacto cuando el siniestro se actualiza. Así podremos tener a pequeños o grandes empresarios que con mayor posibilidad de éxito y al mismo tiempo con menor cantidad de riesgos, puedan salir a vender sus guajolotes en 2022… o en 2082.

Carlos Zamudio Sosa

Claims Manager

México Claims and Risk Management SC

Desde 2005 brinda servicios de consultoría “Risk Management” externo con atención a Asegurados en preparación para Inspección de Riesgo, análisis de contratos y control de sus licitaciones; asesor para acreditación de daño físico y consecuencial por siniestro por acompañamiento, asesoría y defensa técnica y jurídica por reclamos asegurados o afianzados.

Ha acreditado diversos cursos en diversas materias afines al Riesgo y la valuación del Daño Material, incluyendo terminar estudios de nivel
Maestría de Daños y Ajustes. Ha co-impartido 6 Diplomados en temas selectos de Gestión del Riesgo y Seguridad Industrial y acreditado ante la STPS.

Expositor invitado en Seminarios y Talleres y otros programas de desarrollo personal en seguros y colaborador para medios impresos y electrónicos especializados en Seguros y Fianzas.