19 Feb De regreso a lo básico
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Siempre he sostenido que, el Contrato Social que suscribimos al constituirnos como “La Nación Mexicana”, el 28 de septiembre de 1821, fue, como lo dicta el “Acta de Independencia del Imperio Mexicano”, para garantizar el libre ejercicio de la voluntad propia (libertad de acción); y el libre uso de la voz (libertad de expresión); así como de todos aquellos “derechos (que) le concedió el Autor de la Naturaleza y reconocen por inegables y sagrados “las naciones cultas de la Tierra” (Derechos Humanos Universales). Y que sobre esa base primordial, habríamos de constituirnos del modo que más convenga para alcanzar “la felicidad” de “La Nación Mexicana”. Palabras más, palabras menos, ese es el mandato fundacional de nuestro país al independizarse.
En consecuencia, cabe la pregunta: ¿Cuánto nos hemos alejado de este Meta Objetivo fundacional? En mi humilde opinión, nos hemos alejado mucho. Baste una revisión a algunos datos sobre el bienestar y la efectiva protección de los derechos humanos para darnos cuenta cuan perdidos andamos en nuestra construcción de “la felicidad” para “La Nación Mexicana”; entendiendo “felicidad”, en terminos contemporáneos y de política pública, como “Bienestar Subjetivo” o “Percepción del Propio Bienestar”.
Saltemos los siglos y entendamos que la medición del progreso de las sociedades evoluciona continuamente. Y para los fines de este artículo, el reporte de la Comisión Sobre la Medición del Desempeño Económico y el Progreso Social, conocida como la Comisión Stiglitz-Sen-Fitoussi, señala limitaciones en las estadísticas convencionales para reflejar el progreso y el bienestar social. Más recientemente, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), de la que México es miembro, formuló recomendaciones para captar estadísticamente aspectos que miran más allá de lo material: a ese aspecto o dimensión, que en particular aquí nos ocupa, se le llama actualmente Bienestar Subjetivo.
Observese que no estamos desestimando los satisfactores materiales de la existencia social, sino haciendo énfasis en que nuestro mandato fundacional alude más precisamente a dotar a la población de los elementos necesarios para que arriben por si mismos a una percepción positiva de su propio bienestar y el de su entorno inmediato. Es a este segundo elemento subjetivo, llamado “felicidad” en nuestra Acta de Independencia o Bienestar Subjetivo por los científicos sociales contemporáneos donde se centra el mandato fundacional de “La Nación Mexicana”. En otras palabras, privilegia la percepción sobre la realidad, aunque la primera requiera de la segunda.
Si el propósito del desarrollo es hacer que las personas vivan mejor, es entonces imprescindible considerar cómo ellas están experimentando su vida. Sin el testimonio vivencial de los individuos, la identificación de su bienestar quedaría incompleta.
Hasta el momento, el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) de México realiza el levantamiento de encuestas en la materia que permite, a través de una muestra, conocer el nivel de satisfacción percibida con:
- la vida en general;
- el nivel de vida a que se tiene acceso;
- el estado de salud;
- logros en la vida;
- relaciones personales;
- perspectivas de futuro;
- tiempo libre;
- seguridad ciudadana;
- actividad u ocupación;
- vivienda;
- vecindario;
- ciudad donde se habita; y
- país.
Por su parte, la Sociedad Mexicana de Estudios de Calidad de Vida ha definido dimenciones que condicionan la percepción sobre lo que denomina “Calidad de Vida”, como alternativa al “Bienestar Subjetivo” y en una categorización que define a partir de la evolución histórica de la medición de estas variables y de manera fundamental el concepto de “relación” del sujeto, consigo mismo y con su entorno inmediato.
- Educación
- Salud
- Economía
- Familiar
- Laboral
- Comunitaria
- Espiritual
- Emocional
- Descanso & Diversión
- Entorno
EN PERSPECTIVA, de estas reflexiones podemos desprender que México ha privilegiado la construcción de las bases materiales mínimas del bienestar material, atendiendo principalmente los aspectos de educación y salud; y con mucho menor éxito el ingreso monetario de su población. También llama la atención la cantidad de recursos públicos invertidos históricamente en construir un entarimado institucional con resultados pobres o francamente fallidos, tarea a la que tan sólo se alude vagamente en nuestro mandato fundacional refiriendose al “modo que más convenga para alcanzar “la felicidad”. Y finalmente, no hay evidencia de que el Estado Mexicano dedique recursos a educar a su población sobre la forma de percibir su circunstancia, de manera tal que le permita aproximarse a una percepción positiva de su propio bienestar y de su entorno. En una frase, el Estado Mexicano ha fallado en educar a su población para ser felices, el cual es con nitida claridad su Meta Objetivo Fundacional desde hace más de 200 años.
Roberto Arriola García
- Analista y emprendedor social.
- Promotor del bienestar multidimensional.
- Formado en las artes y las ciencias de la política, la comunicación y el derecho.
- Columnista y editorialista en medios de comunicación.
- Es presidente de la Sociedad Mexicana de Estudios de Calidad de Vida y presidente del Colegio de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Iberoamericana.
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