03 Oct SOSTENIBILIDAD Y RESILIENCIA EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR
La Pandemia constituye una amenaza sinérgica y global, de efectos devastadores y cuyos impactos aún están en progreso. Es una amenaza sistémica debido a la capacidad de afectar los sistemas social, ambiental y económico, a todas las esferas del desarrollo y la actividad humana.
Entre los impactos sociales, destacan los sectores de salud, educación, relaciones y tejido social, cultura, deportes, demografía, migraciones, etc. los impactos sociales no solo se dan en la actualidad, sino que también condicionarán nuestras actividades en el futuro y la relación de la especie humana con el territorio y sus ecosistemas. En lo ambiental, la reducción de las actividades humanas ha contribuido a reducir las emisiones y una leve recuperación de especies, pero también ha significado el incremento masivo de la producción de los desechos biológicos peligrosos. En lo económico la reducción de la actividad comercial, industrial y financiera ha provocado el incremento de la deuda externa e interna de los países, caída del PIB, pérdida de empleos, quiebra de empresas, revaluación de intereses de las deudas, etc.
Los sistemas educativos han fortalecido la continuidad en forma virtual para nivel básico, sin embargo, el nivel de la educación superior, de carácter más autónomo no ha sido atendido como una prioridad, asumiendo que las universidades tienen las capacidades y recursos para enfrentar los retos y desafíos, sin embargo, en la realidad el escenario de la educación superior es realmente complicado e incierto.
La pérdida de empleos ha provocado una masiva deserción estudiantil, principalmente en las privadas ante la imposibilidad de pagar la mensualidad, poniendo en riesgo la preparación del recurso humano necesario, la adecuación modelos y adquisición de equipo.
Las universidades no cuentan con el personal necesario para la continuidad de operaciones y las edificaciones no fueron diseñados para el distanciamiento social, sin embargo, deben prepararse para la reapertura de actividades presenciales.
Todos estos escenarios fueron planteados por destacados especialistas de toda Latinoamérica, un esfuerzo capitaneado por Víctor Manuel García Lemus, presidente de REDULAC / RRD, a quien agradezco la invitación a ser ponente y en donde para elaborarla encuestamos a 40 rectores de universidades del país, resaltando que posterior al COVID, el 75% de ellos considera que existen algunas carreras podrían desarrollarse 100% a distancia.
Manifiestan que el principal valor rescatable de los inmuebles, ser el punto de encuentro de la vida estudiantil, para hacer las relaciones para su vida profesional futura.
La pandemia obligó a probar formatos a distancia que, bien administrados y ciberprotegidos, pueden resolver de fondo muchos de los problemas de la educación.
La inversión en tecnologías a distancia son insignificante para las Universidades; con poquísimos recursos, podrían generar toda una revolución en el sector educativo.
La matrícula podría permanecer intacta y debería crecer en la medida en que la universidad se vuelva más tecnológica y orientada a la nueva economía basada en el conocimiento y a la reducción del cobro mensual.
Se tendrá que buscar que las Universidades y Centros de Educación Superior se conviertan en Centros Culturales o de Investigación.
Se debe dignificar la profesión de los académicos, deben ser revalorados en lo económico y lo social, sobre todo el impacto psicológico, ya que no estaba acostumbrado al manejo tecnológico u encierro.
El costo de la educación deberá replantearse a la par que se hacen las implementaciones para garantizar su subsistencia ante la creciente competencia de universidades de menor inversión física o gastos operativos y que ya contaban con avances físicos, tecnológicos y programas educativos a distancia.
La falta de visión para ver las amenazas que se pueden convertir en crueles realidades: La pérdida de vidas humanas, la pérdida del desarrollo económico que, quizás lleve una generación, recuperar y, la poca sensibilidad de los actores obligados a ayudar en esta crisis.
Si con la brutal pérdida de vidas y desarrollo económico no aprendimos, ya no sabría decir qué hace falta para empezar a hacer los cambios necesarios.
No puedo dejar de agradecer a quienes de manera directa me apoyaron en el desarrollo de la ponencia: Xochilt Ortega Grillasca; Javier Canseco, Luis Ochoa, José Luis Hernández Dehesa; David Fontes, Anibal Basurto, Enrique Carrión y Jorge Cervantes.
http://inversionistasonora.com/
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