04 Jul EL CISNE NEGRO Y RESILIENCIA
Hace poco menos de tres meses, invité a mi clase de administración de la construcción en la Universidad de Sonora, a Marco Molina, joven ingeniero civil que fue mi alumno y colaborador hace algunos años, ahora se dedica a un rentable negocio de monedas encriptadas denominado Mont Capital, y mencionó, después de su brillante exposición, ante pregunta expresa de uno de mis actuales alumnos, cual libro les recomendaba leer, recomendando por mucho el libro El Cisne Negro del autor libanés Nassim Taleb.
No lo había leído y de acuerdo con el autor, el cisne negro es una metáfora en referencia a que en cierto periodo en Europa se creía que estos animales no existían porque nunca se había visto uno y pasaron siglos para que se conociera su existencia, hecho que demuestra para este economista, lo limitado que son el conocimiento y la capacidad inductiva del ser humano, asociándolo a un suceso sorpresivo de gran impacto y que, una vez pasado el hecho, se racionaliza por retrospección, dando impresión de que se esperaba que ocurriera.
Existen algunos ejemplos de “Cisnes Negros”, como el inicio de la I Guerra Mundial, la Gripa Española o los atentados a las Torres Gemelas.
Estamos viviendo un momento de gran incertidumbre y muy pocas certezas. Una de las certezas, parecería ser que nadie sabe muy bien cómo reaccionar frente al problema del COVID-19. Nadie lo estaba esperando, nadie sabe cómo manejarse, ni que va a pasar. Se escucha que nos ha atacado un cisne negro, pero no considero que sea así.
Todos los años, la aseguradora alemana Allianz y el World Economic Forum (WEF) publican un estudio en el que presentan los principales riesgos que los empresarios, académicos y pensadores, prevén para el año siguiente. Las ediciones para 2020 de ambos estudios, publicadas antes de fin del año pasado, tenían en su listado de riesgos, peligros relacionados con una pandemia o una propagación de enfermedades contagiosas a escala mundial. Es decir, cualquiera que siguiera los pronósticos de riesgo tendría que saber que este riesgo estaba en el radar.
El origen de una crisis proviene de un riesgo que se materializa. Si ese riesgo está en nuestro mapa de riesgo vamos a estar preparados para enfrentar la crisis que genera, sino, vamos a tener que improvisar. El primer concepto que quisiera remarcar es: esta crisis no fue un cisne negro, sino un rinoceronte gris. que viene a todo galope por la sabana africana, sin que tengamos la capacidad o inteción (motivado principalmente por la ignorancia) de evitar. Un cisne negro es un evento inesperado, pero inesperado porque no se tuvo la capacidad de prever.
El costo de las medidas tomadas en medio del pánico es incalculable, y su efectividad, probablemente sea discutible. Vamos a ver que, una vez que la crisis pase, van a salir todos a opinar de lo que se debería haber hecho y determinarán que el confinamiento social fue innecesario ante la poca tasa de mortalidad que el COVID-19 representó contra a tasa de mortandad de las empresas, pero ¿ni los gobiernos ni los organismos empresariales tuvieron la capacidad de preverlo? ahí es cuando la resiliencia pasa de la retórica a la práctica y los funcionarios, sobre todo, los dedicados a la prevención, regresarán a la práctica de las eternas tesis retóricas.
La gestión de crisis empieza identificando los riesgos que la puedan disparar, buscando sus determinantes y midiendo los riesgos comprendiendo su probabilidad e impacto, Si no lo entendemos así, el resultado es lo que estamos viviendo ahora, intentar pensar y delinear una estrategia en medio de la crisis, en medio del caos, generando un caos adicional en donde nadie sabe bien cómo reaccionar, y donde se terminan tomando medidas ineficientes, ineficaces, tardías y caras; por un lado los abusadores de la situación convierten en oro blanco las mascarillas y cubrebocas y por el otro, los inexpertos desploman el precio del petróleo.
Esta crisis pasará, pero nos está regalando una gran oportunidad para que, de una vez por todas, no subestimemos los riesgos ni sus consecuencias, y generemos un plan de mitigación en el momento adecuado: es decir, mucho antes de que la crisis se declare o anuncie su aparición.
Debemos de ser y aceptar a la resiliencia, ya no sólo como una palabra impronunciable, sino como un nuevo modelo que nos ayudará a enfrentar el mundo que está por venir.
También nos puedes leer en:
https://blog.radioepicentro.mx/2020/05/cisne-negro-y-resiliencia.html
Guillermo Moreno Ríos, Ingeniero civil con maestría en administración de la construcción y protección civil; académico en UNISON y UNICI; editor y columnista; presidente de Consejo INCIDE, coordinador de la zona noroeste de ARISE Mx y consultor en transferencia financiera de riesgos, seguros y protección civil.
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