03 Oct Nuevos paradigmas y cultura de paz
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“El gobierno tuvo su origen en el propósito
de encontrar una forma de asociación que defienda
y proteja la persona y la propiedad de cada cual
con la fuerza común de todos”.
Jean Jacques Rousseau
No sé ustedes, pero yo me cansé hace muchos años de escuchar decir que no éramos capaces de esto o aquello, que los mexicanos no estábamos preparados para implementar ciertos tipos de políticas porque éramos flojos, nos gustaba engañar, o simplemente, que todavía no éramos maduros políticamente hablando.
Y digo esto porque el pasado 23 de septiembre se cumplieron mis primeros cuarenta años de haber realizado mi primer viaje en avión para estudiar en la República Popular China. Yo tenía veinte años. Estaba cansado de vivir en las condiciones en que vivía y buscaba mi propio camino en la vida.
Iba en tercer semestre de la carrera de abogado en la UAEM, y ya trabajaba como instructor de español para extranjeros, obvio, después de tomar un curso para serlo. Tenía diecinueve años. Y yo, que buscaba otros horizontes, el dar clases a extranjeros cambió radicalmente mi vida. Tengo muchas anécdotas increíbles de esa época, pero la que les voy a contar fue determinante en mi vida.
Tenía de estudiantes a dos holandeses. Y en un ejercicio en el que tenían que hablar sobre su trabajo, al momento de hacer la pregunta a uno de ellos, respondió que era electricista. Me quedé sorprendido por la contestación. La respuesta del segundo de plano hizo que mi cabeza se fuera de viaje por el espacio sideral. Yo soy plomero, contestó.
Mi mente no podía entender. Imagínense a un chico de diecinueve años, sin mucha experiencia en la vida, como maestro de español. En mi mente se hizo una revolución y me dije: ¡Un electricista y un plomero mexicanos jamás podrán ir a Holanda por tres semanas, y menos para estudiar y aprender esa lengua!
Fue en ese preciso momento que tomé la decisión más importante de mi vida. ¡Buscaría una beca al extranjero para conocer el mundo y aprender…no me importaba qué! Quería irme de todo el estado de cosas que vivía.
Así me pasé algunos años. Viajando y aprendiendo. Trabajé cantando con mi guitarra en las calles. Obvio, saqué mi licencia de artista callejero. De lo contrario me meterían a la cárcel. En fin, hice muchas cosas para pagar mis estudios, y así viajé por diferentes países. Regresé, la primera vez, porque hubo muchos viajes y muchos regresos posteriores, trabajando en el “Silvia Sofía”, barco mercante de Transportación Marítima Mexicana. Fue increíble el viaje. Visité Taiwán, Corea del Sur y Japón. Lo peor fue mi llegada a México. Pero eso lo contaré en otra ocasión. Pero esa experiencia hizo darme cuenta, que durante el tiempo que estuve fuera, el tiempo se había detenido en México. Lo lamentable es que siguió y sigue (aunque se vislumbran ciertos cambios) detenido por muchos, muchos años.
Siempre me dije que, si quería un país diferente, había que participar aportando ideas, creando proyectos, reunirme con soñadores. Pero ha sido muy difícil. Casi imposible. Siempre les enseñé a mis hijos que era mejor ser una persona honesta a ser una persona corrupta. Siempre he estado convencido que cada logro que tuviera, sería ganado con el esfuerzo incólume de nuestro trabajo. Me enorgullece decir que cada ladrillo de nuestra casa, cada flor de nuestro jardín, y hasta la cosa más nimia que ahí habita, ha sido producto del esfuerzo honesto.
Sin embargo, no ha sido fácil. Es todo un sistema bien estructurado el que nos rige. En algún momento de mi vida pensé desistir, pero sigo siendo el de antes, aunque haya cambiado mucho. Seguiré siendo así hasta que me vaya de este mundo. Y creo que así hay muchas personas. Mujeres y hombres que siguen con la esperanza de tener un mejor mundo. Una mejor sociedad. Dejar una buena herencia para sus descendientes.
Y también sigo pensando que debemos ejercer una acción para cambiar. No podemos seguir la vieja ruta de quejarnos e insultar a nuestros gobernantes. El concepto de democracia participativa ya es viejo. No se vale salir a votar y dejar todo en manos del que gobierna. Tenemos que contribuir para mejorar. Por eso tenemos que ir en búsqueda de nuevos paradigmas. Tal vez podamos mejorar. Y si nos equivocamos, para eso tenemos democracia. Volveremos a salir a votar buscando otro paradigma. Esa es la ventaja de este régimen del pueblo y para el pueblo. Y que no siempre se ha respetado.
No es malo criticar, pero no es la solución.
M. D. Primo Blass
*Catedrático de la UAEM (Universidad Autónoma del Estado de Morelos)
Embajador de Resiliencia por la UNAM.