03 Jul Justicia restaurativa y cultura de la paz
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“Ya sea que podamos lograr
la armonía mundial o no,
no tenemos mejor alternativa
que trabajar hacia esa meta.”
Dalai Lama.
En el sitio web del Gobierno de México se define a la justicia restaurativa o alternativa como un método de solución de conflictos rápido y eficaz, en el que se evita que tanto la víctima como el imputado tengan un desgaste económico y emocional como representa ir por la vía de un litigio penal. Y añade que este procedimiento significa una suma de voluntades, porque las partes están dispuestas a llegar a acuerdos que las favorecerán a través del apoyo de una persona neutral capacitada para encontrar una solución pacífica, es decir, un mediador o conciliador. Esto significa que puede haber un arreglo o acuerdo entre el agresor y la víctima. Claro siempre y cuando se trate de un delito mediable.
Ahora bien, un delito mediable es aquel en el que puede haber un acuerdo entre la víctima y el agresor para que haya un acuerdo reparatorio. Podemos decir que los delitos mediables son: los que se persiguen por querella de la parte ofendida, aquellos que son culposos, los delitos patrimoniales cometidos sin violencia y aquellos delitos que no se traten de violencia familiar.
No es mi intención detallar de manera técnica todo este tema. Lo que sí es fundamental para mí es la parte del juicio de valores, los prejuicios y lo que espera la sociedad en general en lo que se refiere al castigo por la comisión de un delito.
Por regla general, lo que la mayoría de la gente quiere es “ver sangre”. Me explico: se considera que a toda aquella persona que comete un delito sea castigada con “toda la fuerza de la ley”. Que pague por lo que hizo. Sin embargo, hay otros enfoques que vale la pena se analicen y que nos ayuden a comprender más lo que significa la justicia restaurativa con relación a la, llamémosle, justicia tradicional.
Virginia Domingo, especialista española en esta área de la justicia restaurativa dice que es una filosofía para hacer frente a la justicia en general que trata de atender las necesidades de las víctimas y favorecer la rendición de cuentas del infractor, si es en el ámbito penal, y si no lo es, trata de resolver los conflictos de una forma más pacífica.
Es una filosofía que tiene ciertos valores como el respeto, la responsabilidad, el encuentro, la empatía, y hay que considerar la creación de una cultura de pacificación y que no siempre el castigo es la solución. El castigo debe ser la última opción a la que se llegue. y, sobre todo, hay que llevar este conocimiento a los colegios este concepto porque para las generaciones futuras, cuando lleguen a nuestra edad, será más fácil que se entienda que es la justicia restaurativa.
Tenemos una cultura ávida del periodismo de nota roja. Y sigo insistiendo que vivimos en la cultura de la bronca y que todo lo queremos arreglar con violencia y castigo por la falta. Cuando se trata de castigar al “culpable” queremos aplicarle todo el peso de la ley. Por esa razón, tanto el gobierno como los medios de comunicación tienen que participar para desarrollar este tema de la justicia restaurativa que conlleva a una cultura de la paz. Habrá que aprender esto también desde la familia y las escuelas.
Hace unos días, vi un video sobre un caso en España de violencia escolar en al que una chica empuja a otra hasta hacerla caer y lastimarse. El padre de la víctima exigía un castigo ejemplar y la expulsión de la agresora, y además se quejó de que la dirección no hubiera actuado de inmediato. Afortunadamente llamaron a un mediador escolar, y se realizó una reunión en la que estuvieron presentes la chica agresora con su madre, la víctima acompañada de su madre, la directora de la escuela y, obviamente el mediador.
Se siguió el protocolo de mediación preguntando a la chica agresora por qué lo había hecho. Ella dijo que sólo estaba bromeando y que no lo había hecho como una agresión. La víctima habló argumentando que el empujón había sido muy violento, que se había lastimado mucho y que, más que otra cosa, a partir de ahí vivía con miedo. El padre estaba muy enojado y quería la expulsión de la agresora porque su hija, desde la agresión, tenía mucho miedo y ya no quería regresar a la escuela. La madre de la agresora ofreció disculpas. Comentó que su hija estaba atravesando por una crisis desde que los padres se estaban divorciando.
Para hacer una historia larga, muy corta, la chica agresora al escuchar, desde el diálogo, los sentimientos de la víctima, se dio cuenta de todo el daño que había causado. Pidió perdón y le dijo a la víctima que le gustaría que volvieran a ser amigas y que ofrecería perdón a través de sus redes sociales por lo que había hecho.
Aquí nos damos cuenta que la agresión no siempre tiene razones criminales, y que el castigo puede traer consecuencias muy graves. Imaginen a la chica agresora, que ya trae problemas desde casa, si la hubieran expulsado, o que el padre la hubiera demandado.
Si la sociedad busca, de verdad, la paz social, la justicia restaurativa es un buen punto desde donde podemos comenzar, porque con ella, se promueve el reconocimiento de los hechos por parte del infractor y la llamada al perdón. Así que, en estos tiempos que vivimos la violencia desde un celular que graba lo que está pasando sin que haya una intervención adecuada, es urgente que, tanto familias como autoridades escolares, implementen un proyecto sobre mediación escolar.
M. D. Primo Blass
*Catedrático de la UAEM (Universidad Autónoma del Estado de Morelos)
Director General de Conversare. Centro de Mediación Privada en el estado de Morelos
Embajador de Resiliencia por la UNAM.