21 Mar SABER RECIBIR TAMBIÉN ES IMPORTANTE.
Otras Publicaciones de la Semana:
Dr. Raúl Martínez Mir
En esta sociedad en que vivimos uno de los aspectos de más vital importancia son nuestras relaciones sociales. Además de que se ha visto de que el apoyo social, tanto recibido, como percibido, se relaciona con muchas patologías y enfermedades como un factor protector, es clave también en muchas otras condiciones personales e incluso socioeconómicas.
Dentro de este mundo de las relaciones sociales es muy normal que nos acostumbremos a hacer “favores” a nuestros allegados y amigos, de tal forma que de buen grado hacemos estas pequeñas o incluso grandes comandas que ayudan a nuestro prójimo, en ocasiones por simple deseo de ayudar y en otras como dice el refrán “favor con favor se paga” con la expectativa de obtener algún otro favor a cambio.
Sin embargo, así que hay personas que están dispuestas a dar y recibir, también las hay a quienes simplemente sólo les gusta dar y no recibir. Aunque pareciese el amigo ideal, puesto que siempre contaremos con él, y no nos pedirá nada a cambio, puede ser realmente peligroso, tanto para él como para su entorno, el no saber cuando pedir ayuda, o lo que es peor, no aceptarla cuando esta se le ofrece. Algunos llevan esta situación al extremo, y ni siquiera aceptan obsequios o regalos provenientes de otras personas porque, según ellos, “¿cómo van a aceptar un regalo si el otro ni tiene ni para comer?” Dediquemos algunas líneas a estas personas y a las repercusiones de sus actos.
Comencemos desmintiendo algunos aspectos socialmente aceptados por consenso. Para comenzar, no esta mal pedir, es totalmente lícito, al igual que al que le pedimos algo tampoco tiene la obligación de acceder a ello. Retomando otro refrán “ante el vicio de pedir, esta la virtud de negar”. Algunas personas sienten que está mal pedir, que al otro “le tiene que nacer hacerlo”, esto es un riesgo muy grande, porque esta generando una expectativa en la persona, que muy probablemente no se le cumpla, lo que genera la consecuente decepción.
Aclaremos este punto, simplemente hay veces que al otro no “le nace” porque simplemente no conoce nuestra necesidad, él no vive nuestras experiencias, y no sabe como estamos realmente, o lo que necesitamos. Entonces, no le puede nacer ayudarnos, porque, entre otras cosas, no sabe que necesitamos ayuda. Esto es un riesgo para estas personas que están acostumbradas a dar, porque ellos, muy voluntariosamente, siempre se ofrecen cuando los demás necesitan algo, sin embargo, los otros no, él les está contando sus problemas y ellos no dicen nada, básicamente porque a él se le olvido pedir la ayuda. En esta situación nuestro voluntarioso amigo, queda decepcionado porque él no recibe la ayuda que normalmente si presta, y suele terminar muy molesto con sus amigos. Los amigos cuando finalmente se enteran de la situación real de su camarada, le dicen cosas del tipo “me hubieses dicho antes”, “cómo se te ocurre, si me hubieses dicho yo te habría podido ayudar”, todas relacionadas con el hecho de que hay que decir las cosas, básicamente porque no leemos la mente de los demás, al menos no la mayoría de la gente que yo conozco.
Peor es la situación, cuando la persona tiene ese orgullo personal que según él le impide acepta favores de los demás, te dicen algo así como “… es cuestión de orgullo” pero el detalle no es sólo el orgullo, sino que es obvio que sus allegados se acostumbran a que él no pide ayuda, e incluso llegan a pensar que no la necesita, por lo que nunca se la ofrecen, y claro como él tampoco suele pedirla, pues se hace la combinación perfecta para la catástrofe. Esta situación sigue y si se perpetúa puede llegar al agotamiento físico y emocional de la persona, la que finalmente sucumbe ante la realidad y opta por pedir ayuda. Las consecuencias son simple, una situación que tal vez se hubiese resuelto fácilmente al principio, acaba siendo una situación de difícil resolución y a la que hay que destinar más recursos.
Finalmente, el último que comentábamos, de aquellas personas que no gustan de recibir regalos de otros. Piense el lector que un regalo, por grande o caro que sea, implica el hecho que una persona, pensó en nosotros y quiso tener ese detalle. Suele quedar muy feo rechazar los regalos de otros, y sobre todo afecta nuestra relación con ellos. Claro, algunos dirán, es que hay regalos que te comprometen con la persona, pues sí y no, es cierto que hay regalos que comprometen, e incluso hay personas que sabiéndolo hacen estos regalos buscando intencionalmente ese compromiso contigo, sin embargo, tendríamos que decir que antes de rechazar un regalo, por norma, primero tendríamos que valorar este aspecto, e incluso, aunque la intención fuese ese compromiso, podríamos aceptarlo si estamos dispuesto a él mismo, o llegar a decirle a la otra persona directamente si aceptar el regalo no nos comprometo, y si nos dice que no, pues lo aceptamos sin compromisos, como el dijo.
Para concluir, los seres humanos somos seres sociales, y ello conlleva que en muchas ocasiones necesitamos de los nuestros para sobrellevar nuestros problemas, el apoyo social es un factor protector y además una forma demostrada de soportar el estrés y mejorar nuestra calidad de vida, y nuestras relaciones sociales. No tenga pena en pedir ayuda a alguien cercano, al igual que usted la ofrece, forma parte de nuestra esencia humana el ser de esta forma.
Dr. Raúl Martínez Mir
Consultor y docente en Psicología y Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Sonora
https://www.linkedin.com/in/ra%C3%BAl-martinez-mir-3aa67735/
- Se permite el uso, distribución y difusión del contenido publicado en http://consejoincide.org/ toda vez que se cite la fuente, al autor, se vincule al artículo en nuestro sitio web y se mantenga la intención del contenido.