22 Dic El Grinch ¿odia la Navidad?.
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Dr. Raúl Martínez Mir
El personaje que protagonizará Jim Carrey en el film de Ron Howard, se convirtió en un elemento más de las fiestas navideñas. Creado por el Dr. Seuss (Ted Geissel), hace su primera aparición en 1957 en el cuento “¡Cómo el Grinch robó la Navidad!”, en aquella ocasión, que sirviera para la adaptación de la película, el Grinch envidiaba la felicidad que se sentía en Whoville (Villaquién) mientras los Who (los quién) preparaban la Navidad, en ese momento, el Grinch “cascarrabias y con un corazón dos tallas menor” se propone robar la Navidad a los Who, consigue robar todos los adornos y regalos, sin embargo no consigue robar el espíritu navideño, se da cuenta entonces de que la Navidad es más que el materialismo de las fiestas, devuelve todo, y es aceptado por la comunidad de los Who, y “su corazón se vuelve tres veces más grande.”
El personaje trasciende a nuestra sociedad por su carácter de amargado, irritable, e irascible, y acaba convirtiéndose en un sinónimo de una persona amargada y “que odia la Navidad”. Pero, el Grinch ¿odia la Navidad?
Si analizamos la reacción de estos Grinch, encontramos varias características a destacar. Sabemos que la irritabilidad, el coraje, y la evitación de estas fechas, puede ser también una forma de afrontamiento de un estado depresivo, ya que así se evita el malestar de sentir que no se encaja con un grupo que está celebrando las fiestas. En muchas ocasiones encontramos personas que llegadas las fiestas decembrinas, hacen una evaluación de todo lo ocurrido en el año, y ese balance sale deficiente. La situación de estar en familia, con amigos, trae consigo el recuerdo de quienes fallecieron en el año, de desamores, de fracasos, sienten que no tienen nada que celebrar, y la forma de evitar el sentimiento de malestar que les producen esos recuerdos es evitar las fiestas que los provocan.
En ocasiones encontramos personas que, envidiosas de las “fiestas de sus vecinos” quieren que “Todo sea perfecto” y “Si no puedo comprar todo lo que quiero no podré pasarla bien” pensando que la felicidad está en lo material (como el Grinch del Dr. Seuss) incrementan sus gastos de forma impulsiva, posteriormente se dan cuenta, y se sienten culpables, sobre todo teniendo en cuenta los gastos que, normalmente, se presentan a inicio del año, con pagos de impuestos y gastos extras, que llevan a la famosa “cuesta de Enero”. Además, estas fiestas se acompañan, normalmente, del consumo de alcohol y drogas, que exacerban todos estos sentimientos.
Entonces, ¿es un odio hacia la Navidad, o un odio a no poder tener aquello que quiero, sea algo material o la compañía de alguien querido, lo que lleva al “Grinch” a odiar la Navidad?
Podríamos argumentar que, en esta situación, lo que la persona siente es un odio hacia la no consecución de sus expectativas y logros, lo que lo lleva a un sentimiento de impotencia y frustración que se manifiesta a través del coraje hacia todo aquello que le muestra que fracasó, afectando así a su autoestima, y pudiendo producir una depresión reactiva a las situaciones psicosociales que la persona está viviendo, muy importante no confundirla con la depresión estacional. Sin embargo, podemos observar en el comportamiento de estas personas, que cuando dejan de lado sus sentimientos de malestar, pueden llegar a disfrutar de la compañía de otros y de la fiesta, algo que no pasaría con la depresión estacional.
Podemos afirmar entonces que realmente no se odia la Navidad, el odio que sentimos es al observar la felicidad de los otros, y sentir que “Necesitamos” tal o cual cosa, para ser tan felices como ellos, y que no tenemos forma de conseguirla. Curiosamente estos sentimientos se dan durante todo el año, cuando vemos que nuestro vecino se compra un carro nuevo y nosotros seguimos con nuestra “charanguita” también aparecen estos sentimientos, pero se hacen más patentes en estas fechas, porque todo el mundo siente que tiene que celebrar algo, y si no lo haces eres un bicho raro, y un amargado.
ALGUNOS CONSEJOS.
- Sentimiento y emociones vienen de pensamientos distorsionados por cómo me estoy sintiendo, es conveniente analizar los mismos antes de darles una total credibilidad.
- Mi forma de comportarme puede crearme más problemas, que luego me hacen sentir más culpable. Hay que esforzarse por frenar las conductas impulsivas.
- Hacer actividades que me resulten agradables.
- Moderar la ingesta de alcohol, drogas y fármacos (sin prescripción médica).
- Si perduran los síntomas o se hacen más intensos buscar apoyo profesional (psicólogo o psiquiatra) para valorar una posible depresión estacional.
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Dr. Raúl Martínez Mir
Consultor y docente en Psicología y Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Sonora
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