21 Jul Más allá del COVID19.
Imagine el lector esta situación. Se notifica la llegada de un huracán, todas las autoridades y la ciudadanía trabaja en conjunto para reducir al máximo los efectos de este. Se produce la temida llegada y el huracán pasa produciendo daños, y con el correspondiente desastre, por muchas previsiones que se realizaron los daños siguen siendo numerosos, todos nos aplaudimos y se celebra el trabajo realizado por distintos grupos que, exponiendo su vida, lograron salvar otras. En un primer momento todos estamos felices, porque ya pasó. Pero posteriormente se anuncia la llegada de otro huracán, que también puede provocar, daños, así es la temporada de huracanes, cuando finalmente se dan por concluida las amenazas, todos estamos desgastados, pero llegan las consecuencias derivadas de esta situación, daños a propiedades, pérdidas materiales y humanas, y sobre todo pérdidas económicas y laborales que impactaran en los meses sucesivos.
Algo muy similar es lo que estamos viviendo en esta nueva situación, con el problema que no sabemos cuando terminara esta “temporada de huracanes”, cuando parece que todo comienza a remitir, vuelven a aparecer focos de contagio, y la curva vuelve a subir, las autoridades vuelven a solicitar el apoyo de la sociedad y piden que se mantengan al mínimo posible las salidas y reuniones, sin embargo siguen existiendo núcleos poblacionales que no hacen caso, que no creen que este sea real (negación) o que simplemente argumentan “de algo hay que morir”. Este fenómeno es mal visto por parte de la sociedad responsable que sigue las medidas preventivas e incluso a veces opta por adquirir más productos de los necesarios para mantener lejos al nuevo virus. Esta polarización social comienza a vivirse con emociones encontradas y aparecen el coraje y el enojo, y comienzan los comentarios al aire, insultos, provocaciones, etc., todos ellos caldo de cultivo para una revolución social, que termina haciendo su aparición en agresiones a personal de salud, por miedo al contagio, o daños a propiedades de estos. Curiosamente pasamos de aplaudir a los profesionales de la salud, que día con día arriesgan su vida en esta situación, a amenazarlos, dañar sus propiedades e incluso violentarlos.
¿Qué esta pasando con la humanidad? ¿qué puede ocurrir? Lo que esta ocurriendo es un fenómeno relativamente normal para los profesionales de la salud mental. Este fenómeno normalmente no se observa en una escala tan global como en estos días, pero si hemos podido verlo en otros momentos en distintos grupos sociales. Pasamos del alivio, al miedo, a la incertidumbre, a la ansiedad, pasando por la tristeza, llegando a la depresión y en casos muy extremos a la ideación suicida, esto sería a muy largo plazo. Frente a todas las noticias encontradas que tenemos por todos los medios de información existentes hoy en día, las opiniones de pseudoexpertos , porque ahora todo el mundo sabe de todo y te dice lo que haces mal, las controversias en redes sociales y los problemas personales, la labilidad emocional (el rápido cambio de emociones) es mucho más frecuente.
La realidad ha demostrado a todos los países que la inversión que se realiza en salud, en salud mental y en investigación es insuficiente, y que es necesario invertir en estos aspectos. Igualmente, podemos remarcar la necesidad de invertir en la educación, puesto que estamos viendo que los grupos que menos siguen las prescripciones preventivas son aquellos grupos de un sector sociocultural mas bajo. Algo que siempre se ha venido solicitando desde estos sectores manifiesta su realidad en una situación de crisis sin fecha como la que estamos viviendo actualmente.
Definitivamente el 2020 sorprendió a todo el mundo. Sin embargo, estos eventos críticos, como cualquier otra crisis, han de servir para aprender de ellos. Todos como sociedad hemos de considerar como hacer frente a estas situaciones, dice el refrán “cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar”, estamos viendo como distintos países europeos que tenían “controlada” la situación están comenzado a tener nuevos brotes por “bajar la guardia” hemos de considerar que nuestro comportamiento ha de adaptarse a esta nueva normalidad, y no porque se permita tener acceso a servicios que temporalmente estuvieron clausurados cambiar nuestros comportamiento preventivos, seguir manteniendo los mismos es necesario para nuestra salud y la de la gente de nuestro alrededor, aspectos que redundarán positivamente en la sociedad en general.
Dr. Raúl Martínez Mir
Consultor y docente en Psicología y Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Sonora
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